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Desde el escritorio de KBULLA

Monsieur l'abbé, detesto lo que escribe, pero daría mi vida para hacer posible que Ud. continúe escribiendo. (Carta de Voltaire a M. le Riche. Febrero 6 de 1.770)


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Ciudad Guayana, domingo, 8 de mayo de 2005

DE SIMPLE INMIGRANTE, A PADRE DEL PRESIDENTE.

Cuando en su tercer viaje, Cristóbal Colón llamó a Venezuela Tierra de Gracia, no sabía que, en verdad, con el correr del tiempo, nuestro país sería toda una concesión del Todopoderoso. No sólo para sus nativos, sino para cientos de miles de extranjeros.

Si en la época de la conquista Venezuela fue un botín deseado por conquistadores españoles y piratas ingleses, no es menos cierto que Venezuela llegó a ser destino final del inmigrante necesitado, no sólo de trabajo, sino de un lugar en donde pudiese levantar una familia con dignidad.

Si al comienzo, Venezuela era codiciada por la leyenda del inalcanzable Dorado y por la inmensa abundancia de perlas presentes en las aguas de la isla de Cubagua (existente como caserío desde 1.510, en 1.526 pasaría a ser denominada villa de Santiago para, finalmente el 12 de septiembre de 1.528 convertirse en la primera ciudad del oriente: Nueva Cádiz) también es cierto que una vez establecida la colonia, serían otras las riquezas que, en diferentes períodos de su historia, atraerían al visitante de otros mares. El cacao, el tabaco, el café y el caucho, serían las nuevas fuentes de riqueza del país.

A finales del siglo XVIII, una silenciosa inmigración empezó a tomar cuerpo en la zona de Paria, en el Estado Sucre. Los corsos, que se habían radicado en varias islas del Caribe, vieron en el cultivo del cacao un acicate para radicarse en tierra firme y dedicarse a un rubro comercial, no tan competido como otros existentes en las islas antillanas. Poco a poco fueron llegando a las zonas de Güiria, Río Caribe y Carúpano. Apellidos como Scribani, Franceschi, Pietri, Cipriani, Luigi, Morandi, que nos resultan tan entrañables a referencias de la vida cotidiana de Venezuela son, en realidad, de origen corso y no de la península itálica, como pudiera pensarse.

En 1.898 un joven corso, atraído por los comentarios de familiares radicados en Venezuela, llega al puerto de San Félix en Guayana. La trascendencia del descubrimiento de las minas de oro de El Callao en 1.853 y la explotación del balatá (caucho) eran las referencias que le habían sido dadas a este joven que terminaría estableciéndose en un pueblo, cruce de caminos, llamado Upata. Prontamente contraería matrimonio con una nativa del lugar, de nombre Carmen Otero Fernández, emparentada con Henrique Otero Vizcarrondo (padre de Miguel Otero Silva)

Sonriéndole la fortuna a este joven, decide mudarse con su familia a Caracas, en busca de una mejor educación para sus hijos. Se verá en la necesidad de abandonar Venezuela y radicarse en Barranquilla como consecuencia de las persecuciones políticas que la dictadura gomecista ejercía contra uno de sus jóvenes hijos. Lejos estaba Clemente Leoni Scribani, de saber en aquel entonces (y de hecho moriría antes del hecho) que el hijo incurso en lides políticas, llegaría a ser presidente de la República de Venezuela. Su nombre: Raúl Leoni Otero.

Raúl Leoni nació en El Manteco (Edo. Bolivar) el 26 de abril de 1.905. Se acaba de cumplir entonces, 100 años de su nacimiento. Tratar sobre la vida del Dr. Leoni en un simple post, es algo impensable. Sin embargo, si quiero tratar en torno a una faceta particular de su vida.

Raúl Leoni siempre mostró una inclinación particular por lograr justicia social en torno al Juan Bimba venezolano. En 1.927, siendo presidente universitario de la Federación de Estudiantes de Venezuela, promovió la creación de la Casa del Estudiante. Tal como él lo diría: “un lugar en donde el estudiante encuentre habitación a un precio mínimo, con la comodidad y el desahogo capaces de darle una vida higiénica y propicia en el desenvolvimiento de sus fuerzas intelectuales y físicas, sin aprietos ni amarguras económicas...”(sic). La prisión y posterior exilio de la dictadura gomecista, daría al traste con esta idea.

Habiéndose graduado de abogado en Bogotá (1.938) pronto logra su regreso a Venezuela. Se especializa en derecho laboral y ya, para 1.940, aparece como el asesor de la redacción de los estatutos de los sindicatos petroleros formados en Quiriquire, Jusepín, Caripito, El Sombrero y Las Mercedes.

En 1.945, al darse el gobierno de la Junta Revolucionaria (a la caída de Medina Angarita) fue nombrado Ministro del Trabajo. Al rendir cuentas ante el Congreso a finales de 1.946, indicaba que Venezuela contaba con 215 sindicatos para 1.945. Al cierre de ese año, habían aumentado a 757 y se habían creado las Federaciones Sindicales, sumando un total de 13, para ese momento. En su presentación de cuentas en 1.947 (aún como ministro del trabajo, pero ahora del gobierno de Rómulo Gallegos), informaba que durante ese año se habían firmado 575 contratos colectivos entre patronos y sindicatos, con el arbitraje (en los casos que fue necesario) del ministerio a su cargo. Raúl Leoni es el responsable de la elaboración que dio vida legal a la Federación de Trabajadores Petroleros en 1.946. Es también, el artífice de la elaboración del primer contrato petrolero firmado entre la Federación y las empresas transnacionales. Muchas de las cláusulas de este contrato, servirían de referencia para la firma de otros contratos que vendrían después, como el de los trabajadores del acero. Ya, siendo Presidente de la República, la jefatura de la CTV le solicitaría su intervención para la revisión de un nuevo contrato petrolero y el Dr. Leoni dedicó sus noches a discutir y pulir las nuevas cláusulas de dicho contrato.

Raúl Leoni sería el responsable de lograr que el día de descanso (domingo) tuviese carácter remunerado (algo impensable –que no fuese pago- para el venezolano de hoy en día) y que todo trabajador contase con 15 días de vacaciones al año. Raúl Leoni fue también el ideólogo del Banco de los Trabajadores de Venezuela (BTV) y avaló los creditos de la CORporación de Ahorro y CRÉdito para la VIvienda (CORACREVI) para dar sustentación a la política de viviendas que venía siendo auspiciada por la CTV.

En pocas palabras, el Dr. Raúl Leoni Otero es el padre de la libertad sindical y la contratación colectiva que hoy en día nos resulta tan común y natural a todos los venezolanos. Al haberse cumplido el 26 de abril, cien años de su nacimiento y estando tan cercano al 1° de mayo, día del trabajador, yo me pregunto: ¿qué clase de gente está al frente de la CTV que fueron incapaces de rendir el merecido culto a quien, indudablemente, es el padre del sindicalismo venezolano? Obviamente, saben que la mácula que los cubre, ensuciaría la memoria de este noble venezolano.

No quisiera terminar este post, sin referirme al tormento del Dr. Leoni. Los franceses supieron definirlo muy bien: Cherchez la femme. Me refiero a Doña Menca. Carmen América Fernández Alcalá acompañaba a la madre del Dr. Leoni, a las visitas que ésta realizaba cuando su hijo estaba preso en la Carcel Modelo, bajo la dictadura de Pérez Jiménez. Carmen América, nativa de Upata y prima de Leoni, nunca había reparado en Raúl, debido quizás, al hecho de que el Dr. Leoni le llevaba 14 años de edad. Sin embargo, en un ambiente tan inadecuado surgió el amor. Se casarían en 1.949 en Washington, durante el tercer exilio del Dr. Leoni. Para aquel entonces, Doña Menca contaba con 30 años de edad y el Dr. Leoni con 44.

Como Primera Dama, Doña Menca fue la contraparte del carácter parco, hosco (si se quiere) carácter de Leoni; heredado, tal vez (por la vía paterna) del sufrido pueblo corso. Doña Menca fue una persona que con su sola presencia irradiaba alegría. Alegría de la gente sencilla del pueblo venezolano. La sonrisa siempre estaba presente en el rostro de esta dama. La participación de Doña Menca al lado de su esposo, sirvió para reforzar ante el pueblo venezolano el valor fundamental que encierra la familia. No sólo fueron ejemplo de ser un matrimonio muy bien avenido, sino de ser unos ejemplares y responsables padres de familia. El tardío matrimonio, recuperó el tiempo perdido trayendo a este mundo 4 hijos.

Doña Menca fue la primera esposa de presidente venezolano alguno, que se dedicó a trabajar a la par de su esposo a pesar de estar levantando su prole. Se dedicó a fortalecer el existente Consejo Venezolano del Niño y creó la Fundación Festival del Niño. Es la responsable del programa Regulación de la Familia, mediante el cual se buscó fomentar la necesidad de un orden y control familiar que favoreciera el desarrollo de los niños. Bajo su tutela se creó un programa de reconocimiento de los hijos naturales. ¿El resultado? Cerca de 20.000 niños fueron reconocidos por sus padres y se formalizaron más de 4.000 matrimonios. La construcción de albergues, casas cunas y jardines de infancia fueron promovidos por la Fundación Festival del Niño.

Lo más asombroso, es que detrás de la energía y carácter jovial de esta señora, había una sombra. Desde el inicio de la campaña presidencial de su esposo en 1.963, Doña Menca fue diagnosticada con cáncer de mama. Y aunque su esposo le propuso dejar su carrera hacia Miraflores, para dedicarse a su persona, ella no quiso. Por el contrario, le dijo a su esposo que era entonces cuando ambos tenían que sacar fuerzas de donde no las tuviesen para lograr sus sueños. La extirpación de un tumor maligno en un seno, fue algo que quedó siempre como un secreto de familia.

El Dr. Leoni falleció el 5 de julio de 1.972 en Nueva York. El KBULLA estuvo presente en la esquina de Chorro, en la Avenida Universidad de Caracas, entre la multitud que se agolpaba detrás de los soldados que rendían honores a lo largo de toda la avenida, al paso en hombros del féretro que, saliendo desde el Congreso Nacional, se dirigió hasta el Cementerio General del Sur.


FUENTES:
-EN LA RUTA DE LOS CORSOS
ARRÁIZ LUCCA, Rafael. “RAÚL LEONI” Biblioteca Biográfica Venezolana.
Editora El Nacional (2.005)