EL CANCILLER MADURO Y EL "CÓDIGO TERRORISTA".

En la Semana Santa del año 2004, proveniente de NASSAU (en las Bahamas) llegó en vuelo privado al aeropuerto internacional de Miami, su graciosa majestad el Príncipe de Asturias Don Felipe de Borbón. Venía en compañía de su novia oficial y futura consorte, la periodista y presentadora de noticias en la TVE Letizia Ortiz ( el cambio de la “c” por la “z” en su nombre, dicen que tiene que ver con su independiente y dominante personalidad). Habían estado pasando sus vacaciones en este archipiélago del Caribe, lejos de las “moscas cojoneras” de los paparazzi. En Miami tomarían el vuelo de IBERIA con destino a Madrid.


A la hora de pasar por los acostumbrados puntos de control para abordar el vuelo, las autoridades de seguridad del aeropuerto le exigieron a la pareja que abrieran el equipaje. De nada sirvió que el príncipe recitara su árbol genealógico de rancio abolengo. Mucho menos sirvió que los cuatro guardaespaldas reaccionaran como energúmenos por el ultraje del que estaba siendo objeto su graciosa majestad. Si la pareja quería abordar el vuelo de IBERIA con destino a Madrid, tenía que abrir su equipaje. Lo más que lograron fue, que la apertura de los bártulos se hiciese en una sala privada, dado el carácter de gente VIP que los escoltas de la pareja insistían en manifestar. La tragicomedia tuvo su cenit cuando a la futura princesa le dieron ganas de hacer pipi (¿a quién no?) y nuevamente le fue revisado el bolso de mano al regresar del “pipi room”.

Se dice, se dice, que el Palacio de la Zarzuela reclamó por la afrenta sufrida por el delfín. Por lo que recuerdo y pude leer en su momento, el posterior jaleo venía más bien de los medios periodísticos antes que de los propios dolientes. Se llegó al absurdo de decir que IBERIA debía suspender sus vuelos a los EEUU, situación esta que me imagino debieron esperar con verdadera ansiedad el resto de las líneas aéreas internacionales que luchan diariamente, en forma denodada, por el posicionamiento de sus aeronaves en las rutas más comerciales. Recuerdo haber leído en la prensa "on line" española (PERIODISTA DIGITAL, 20 MINUTOS, METRO, etc.), los comentarios de los lectores en torno al incidente. Un porcentaje apreciable manifestaba su extrañeza y malestar, no por el principesco bochorno, sino porque no entendían que siendo el Príncipe de Asturias un hombre de manifiesta fé católica, no estuviese presente en los eventos litúrgicos de la Semana Mayor en España, máxime cuando ya era vox populi su manifiesto deseo de casarse en la Catedral de la Almudena en Madrid. Algo así como: “mira este par de tórtolos, pasándola pipa allá en Las Bahamas, con el dinero de nuestros impuestos, mientras nosotros tenemos que conformarnos con asistir a los pasos de las cofradías”.

Por su parte, las autoridades estadounidenses responderían que no se cumplió con el debido protocolo de informar sobre la llegada de una personalidad internacional con al menos 72 horas de antelación y que además el príncipe estaba en el país en trámites personales y no en representación del gobierno español. Me imagino que tal argumentación la sacaron después de leer minuciosamente la letra chiquita sobre los actos protocolares, sus personalidades y el alcance de los mismos, pues estando como está el mercado laboral en los EEUU, nadie arriesga su puesto de trabajo, ni siquiera el personal de seguridad e inmigración aeroportuaria.


La prensa nacional reseña que el Canciller Nicolás Maduro fue detenido en el aeropuerto internacional John Fitzgerald Kennedy en formaba inexplicable. Por su parte, el presidente Chávez le recordaría (a su manera) a la prensa venezolana que las leyes estadounidenses niegan visa a toda aquella persona que haya participado en golpes de estado contra gobiernos elegidos democráticamente (Chávez visita los EEUU en su condición de presidente electo de Venezuela y por el carácter de extraterritorialidad de la ONU; como simple civil, no puede visitar dicho país) y que esa sería la razón de la detención del Canciller.

El canciller Maduro explicaría a la prensa su descubrimiento en torno a que el boleto contenía un código especial. Código este que, en palabras de Maduro, “casi lo calificaba como terrorista”. Uno, que forma parte de la LISTA TASCÓN, entiende perfectamente la indignación que siente Maduro al verse reseñado de alguna forma como enemigo de algún régimen o conspirador contra el mismo. La realidad es, que las líneas estadounidenses colocan en el "boarding pass" un código especial, cuando el personal de la línea aérea que expende dicho talón de abordaje, considera que el pasajero cumple con alguna de las observaciones contenidas en una lista elaborada por la TSA (TRANSPORTATION SECURITY ADMINISTRATION). También se da la situación de que el código sea colocado automáticamente por la computadora que expende el “boarding pass” al cotejar el nombre del pasajero con los archivos de seguridad sobre personas consideradas altamente peligrosas. Todo este aparataje de seguridad rayano en la histeria, tiene su origen en el atentado del año 2001 realizado contra las torres gemelas del WORLD TRADE CENTER.

Desconozco si el “código terrorista” ha cambiado. Lo que si puedo decir, es que en verdad existe y que el mismo es (o era) la letra S repetida cuatro veces. Es decir, SSSS. De tanto ver películas futuristas y de espionaje de la guerra fría, me imagino que estas letras deben ser la contracción de algo tan rimbombante e impactante como la expresión SUPER SUSPECT SCAN SYSTEM. Porque, la realidad sea dicha, una vez que uno se ve conminado a acompañar a 2 verdaderos “escaparates” o "armarios" al cuartito, a uno le entra frío en el cuerpo. A uno le entra frío en el cuerpo y me imagino que Maduro pensó que esos 2 mastodontes iban a “jugar rojo” con él, por aquello de estar en concordancia con los tiempos que corren. Lo que Maduro ignora, es que los presidentes de otras naciones no se la pasan haciendo del conocimiento público sus preferencias sexuales y que, por consiguiente, no hay peligro que por un acto de identificación para con el líder, a los miembros del tren ejecutivo de las presidencias de otros países, le de por poner de moda la variante sexual de la sodomización.

Una vez que su “boarding pass” ha sido “marcado”, a los funcionarios de la TSA no les interesa quién es UD. o a qué se dedica. Ellos simplemente ponen en práctica el procedimiento establecido para tales contigencias; la contingencia es que uno anda salao' pues le colocaron las benditas letras esas al “boarding pass”. Uno se ve obligado a acompañar a 2 funcionarios de la TSA a un pequeño cuarto. Allí se le indica que debe sentarse, colocando los pies sobre unas marcas que están en el piso. Acto seguido se le indica que debe quitarse los zapatos y el cinturón, los cuales son colocados en una bandeja y pasados a través de una máquina que supongo que hará una evaluación sobre la calidad del cuero de la tenería y del dominio en el arte del repujado del talabartero, pues no me imagino hoy en día a nadie guardando algo peligroso en uno de esos sitios que no sólo resultan evidentes, sino que todo el mundo sabe que son objeto de control exhaustivo, pues sale hasta en las películas de espías de tercera categoría. Se le indica que (permaneciendo sentado) debe desabrocharse el pantalón y bajarse parcialmente el cierre o bragueta (Ay papá, ¿entienden la preocupación de Maduro?) y que extienda los brazos frente a UD. Acto seguido el funcionario toma uno de esos bastones de “scaneo portátil” y procede a pasarlo por todo el cuerpo, incluyendo la cintura expuesta y la planta de los pies descalzos.

De eso se trata la visita al cuartito, de una revisión más personal y más a fondo que la que se realiza en los pasillos del aeropuerto. Si UD. sabe un poquito de inglés y coopera, la revisión personalizada toma unos minutos y tenga por seguro que no perderá su vuelo. Si UD., aparte de sentirse profundamente indignado, va y le mete al bruto de frente, y se pone belicoso, puede tener por seguro que los funcionarios de la TSA no tienen ninguna prisa por tomar algún vuelo o por ir a comer y que mientras menos UD. coopere más van a pensar ellos de que UD. oculta algo y mayor será la revisión de hasta los lunares que tiene en el cuerpo. Es justicia reconocer, que la revisión en las mujeres es más invasiva, pues contempla hasta la revisión manual de los senos por parte de una funcionaria de la TSA. Desconozco si han logrado superar tecnológicamente ese verdadero ultraje a la intimidad femenina. La verdad que no entiendo como fue que Cilia Flores se salvó de ir al cuartito.

Así que, si alguna vez se ve en el embarazoso trance de tener que esperar y rogar a dios porque le coloquen en el “boarding pass” el sellito circular de “TSA CLEARED”, piense que tanto el futuro rey de la corona española, así como el flamante ministro de relaciones exteriores de la República Bolivariana de Venezuela, tuvieron que vérselas con los “chicos malos” de la TSA. La verdad que viendo el “pedigree” de los personajes citados, a uno no le queda más remedio que pensar que “eso como que da caché”.

TSA - NEW YORK - NUEVA YORK - POLÍTICA - VENEZUELA

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