POR LA MALETA SE CONOCE AL PASAJERO, Y POR UNA BUENA INVESTIGACIÓN AL PERIODISTA.
Descubren a viajero venezolano con un maletín lleno de dólares en aduana aérea de Argentina (intentando introducir en dicho país divisas no declaradas) y el gobierno argentino procede a solicitar la renuncia inmediata al director ejecutivo del ÓRGANO DE CONTROL DE CONCESIONES VIALES (OCCOVI) de la ciudad de Buenos Aires, quien era pasajero del mismo avión en que venía el venezolano.
¿Cómo es la vaina? dirá un descuidado lector venezolano. ¿Qué boludez es esta? dirá su similar (por lo de descuidado, se entiende) lector argentino. Pero la realidad supera a la ficción, cuando de proyectos revolucionarios se trata. Y es que en este accidentado vuelo proveniente de Caracas, venía un grupo de funcionarios de varias dependencias internacionales de la empresa petrolera venezolana PDVSA y de la de energía argentina ENARSA quienes (según comunicado de ENARSA) “…habían ido a Venezuela a suscribir un acuerdo entre ambos gobiernos para el desarrollo de la infraestructura necesaria para el suministro de gas licuado a nuestro país.” Sirva aclarar, a fin de evitar emociones prematuras (que después se traducirán en llanto descontrolado producto del desengaño) que cuando en el comunicado de ENARSA se utiliza la expresión “nuestro país” se refieren a la Argentina. Los venezolanos deberemos seguir haciendo interminables colas para llenar una bombonita de gas para la cocina. Amén de la cola para comprar leche en polvo, la cola para comprar el azúcar, la cola para comprar la harina de maiz, la cola para comprar papel toilette y paaare Ud. de contar.
¿Quiénes eran esos funcionarios? Pues por ENARSA estaba nada más y nada menos que su presidente el Ing. Ezequiel Omar Espinosa, el Sr. Claudio Uberti (directivo, ¡perdón!, ex-directivo de OCCOVI) y la licenciada Victoria Bereziuk, cuyo cargo de “personal de relaciones públicas y de apoyo administrativo de Enarsa” no deja mucho a la imaginación en cuanto a la razón de su presencia en un viaje, cuyo objetivo era la suscripción de un convenio de explotación gasífera entre 2 gobiernos. Por PDVSA, la prensa argentina cita a los siguientes funcionarios: Ruth Berhrrenes, representante de PDVSA en Uruguay; Nelly Cardozo, asesora jurídica de PDVSA; Wilfredo Ávila, funcionario de protocolo de PDVSA; y el joven de 19 años Daniel Uzcátegui Speech, hijo de Diego Uzcátegui Mathew, vicepresidente –este último- de PDVSA en Argentina. Casualmente, y aunque resulte extraño, nadie de PDVSA se ha preocupado por dar algún tipo de explicación de cómo o porqué en el viaje de Venezuela a la Argentina, le dieron una colita al ciudadano Guido Alejandro Antonini Wilson, quien en agradecimiento terminaría embarrando la reputación de este selecto grupo ejecutivo, al ser agarrado in fraganti la madrugada del día sábado 04, en el aeropuerto municipal (de uso básicamente regional) AEROPARQUE JORGE NEWBERY con una maleta a reventar de hermosos billetes de color verde. ¡Verde, que te quiero verde!
Una vez que nos damos cuenta del alto nivel de alcurnia de los pasajeros del “pájaro madrugador”, a uno se le hace difícil creer que alguien piense que la presencia del Sr. Antonini en ese viaje es en verdad un hecho casual o accidental y que gente de tan rancio abolengo no haya puesto objeción alguna al hecho de que se le diera una colita o aventón a quien supuestamente quieren hacer parecer como un perfecto desconocido, sin ningún tipo de relación (tanto comercial como de amistad) con alguno de los miembros del grupo negociador. Aunque no se le conoce profesión, tal parece que el Sr. Antonini es persona altamente solvente, poseedor de un apartamento en un condominio en Key Biscayne que supera el millón de dólares y que gusta de los juguetes caros; pasión esta que también es compartida por otros miembros de PDVSA. Aparte de la ciudadanía venezolana, también posee pasaporte estadounidense, lo que le mueve a uno a pensar que algo debe saber de trámites aduanales. Dicho de otra forma, el Sr. Antonini debe estar más que familiarizado con el control que toda aduana del mundo tiene sobre cuál es el monto de la remesa de divisas que puede ser introducidas en forma personal en un país, sin tener que declararlas. De hecho, aunque fuese la primera vez que viajase, es obligación de las líneas aéreas informar sobre tal novedad a todo viajero antes de aterrizar. Entonces, ¿necesita un ejecutivo, que tiene registradas 4 empresas en el Estado de Florida, llevar consigo semejante suma de dinero en efectivo, cuando bien lo podría haber hecho a través de una simple transferencia bancaria de una de sus cuentas mayameras? Y tampoco puede aducir que desconoce las normativas aduanales de la tierra del Morocho del Abasto, pues no es la primera vez que viaja a la Argentina. Claro está, el dinero en efectivo es un cheque valido al portador que no requiere endoso para su validación o aceptación. Tampoco deja rastro alguno de la transacción en que es utilizado. Dicho de otra forma, es ideal para aquellas operaciones en las cuales no quiera Ud. que su nombre y apellido sean relacionados a las mismas. Sirva como ejemplo, la modalidad que tienen los secuestradores de pedir el rescate en efectivo y que el mismo esté conformado por billetes que no llamen la atención; es decir, de baja denominación. ¿Vamos a detener como sospechosos del secuestro a todo mortal que cargue unos churupitos encima? Habría que poner preso a todo el planeta.
Ahora bien, por lo que uno ha podido leer en la prensa, la maleta con tan indigesta cifra de dólares no tenía ningún tipo de identificación. Es el propio Guido Antonini quien reconoce ser su propietario, aunque otras versiones periodísticas afirman que la cosa no fue tan panza y hasta parece que les vio cara de "giles" a los funcionarios aduanales, pues en un primer momento el buenazo de Antonini argumentó que traía libros. Cita la prensa argentina, que una vez que se abrió la maleta (por requerimiento de las autoridades aduanales) toda la comitiva del avión puso pies en polvorosa (recoge tu gallo muerto, se imagina uno que tuvieron ganas de decirle quienes ponían tierra de por medio) dejando sólo a Antonini con el joven Daniel Uzcátegui. Tal actitud llamó la atención de los agentes aduanales, razón por la cual Antonini (de 46 años de edad) diría que el joven era su sobrino. A estas alturas, uno no sabe si el joven Daniel se quedó al lado de Antonini por simple solidaridad para con un compatriota o porque estaba petrificado por la impresión de ver tanto “verde” junto. Vaya uno a saber. Mucho menos está claro el hecho de que Antonini no haya cumplido con el acto protocolar de pagar la multa (correspondiente a la mitad del dinero requisado) lo cual le permitiría recuperar la otra mitad. Extrañamente, el Sr. Antonini, después que las autoridades descubrieron que llenó en forma fraudulenta (yo preferiría decir que equivocada) el formulario de migración que le entregaron en el avión, pareciera que prefirió darlo todo por perdido, pues no ha regresado a reclamar el balance correspondiente. Aunque hay razones para pensar que el amigo Antonini es un despistado como pocos y que bien pudiese ser que no sabe que puede reclamar la mitad del dinero confiscado. Y digo esto, porque cuando los agentes aduanales le preguntaron por su lugar de residencia mientras estuviese en suelo argentino, nuestro querido Guido dio la dirección de la ROYAL CLASS, la empresa del aerotaxi o vuelo charter en que el susodicho arribó a la Argentina.
¿Qué se puede inferir de todo este folletín de novela? Pues que se trató de un viaje de fin de semana (sábado). Que su arribo fue de madrugada (2:30 A.M) y a un aeropuerto de servicio regional en lugar del aeropuerto internacional, como uno entiende que correspondería. Que la famosa maleta (cuya propiedad admitió Antonini) podía haber sido de cualquiera de los pasajeros de ese vuelo, pues no se cita ningún distintivo o identificación sobre la misma. Que resulta en verdad extraño, que un funcionario cuyo cargo tiene que ver con la vialidad de Buenos Aires (de ahí su apodo de "el señor de los peajes") estuviese presente en una negociación de empresas petroleras. Que más extraño resulta aún, que su superior (el ministro JULIO DE VIDO ) se haya apurado en solicitarle la renuncia. Que el destituido funcionario argentino, parece ser muy allegado al presidente venezolano. Que esta violación sobre "regulación de equipajes" haya sido del conocimiento público 4 días después de ocurrida. Que el Sr. Antonini haya dado como su dirección de domicilio en Argentina, una que no se corresponde. Que tratando de no echarle más combustible al fuego, haya preferido dar por perdido la cantidad de dinero incautado, cuando un simple acto protocolar de pago de multa, le hubiese garantizado el rescate de unos 400.000,oo dólares. Que el viaje del Sr. Antonini no es para nada casual, pues son muchas las veces (y recientes) que ha viajado a la Argentina ¿Qué otra cosa importante podemos inferir de todo este tinglado? Pues que la élite gobernante revolucionaria se cansa de decirle al "bobo bravo pueblo" que eso de ser rico es bien malo. Pero por la forma en que viven y que no se molestan en disimular, resulta lógico deducir que ellos piensan que ser pobre...¡es peor!
Hasta aquí, todo el cuento de EL KBULLA es producto de las lecturas de la prensa argentina en Internet. ¿Y qué de la prensa venezolana? Pues bien, gracias. Han hecho lo mismito que EL KBULLA; es decir, han repetido todo lo que los periodistas argentinos han ido descubriendo y publicando. Claro que hay una pequeña diferencia y es que EL KBULLA ni estudió para periodista, ni se gana la vida como tal. Sin embargo, puedo decir con propiedad (basándome en los datos de identidad del Sr. Antonini) que el mismo no aparece en la LISTA DE TASCÓN (ni en pro ni en contra) y tampoco en la del IVSS, por lo que extrañamente resulta ser una persona afortunada, ya que nunca en su vida tuvo que trabajar como empleado del gobierno, ni mucho menos para un tercero en el sector privado.
¿Cómo es posible que habiendo en el país una ley contra ilícitos cambiarios, a ningún periodista le haya ocurrido en comenzar una labor de periodismo investigativo en torno a ese neurálgico punto? ¿Por qué no han procedido a solicitarle una entrevista a alguno de estos funcionarios? Ah, ¿que lo hicieron? {si, pero no nos quiseron atender} ¿De verdad? {si, son todos unos malucos} ¿Agotaron todas las instancias? {los llamamamos a sus celulares y no respondieron} ¿Le informaron de sus intentos fallidos a sus fieles lectores, indicando el nombre y el rango del funcionario que se negó en forma reiterada a declarar sobre lo que pareciese ser un ilícito cambiario? {¡por favor!¿quién va a hacer un reportaje serio con eso?}
Hasta el momento, mientras el Fiscal General de Venezuela pareciese que espera poder ver directamente a los ojos de Antonini para tomar una decisión en torno a la necesidad de una eventual investigación judicial, una fiscal argentina no se anda con chiquitas. No faltará quien diga, que ese dinero lo traía El Sr. Antonini de los EEUU. Si así fuese, el punto es que su embarque para la Argentina lo hizo en Venezuela (sin que nuestros periodistas se hayan puesto de acuerdo a estas alturas, si el embarque se hizo en Charallave o Maiquetía) y de ser así, no sólo sería Argentina el país en donde intentó introducir unos dólares no declarados, sino también en Venezuela, país en donde la ley lo hubiese obligado de ipso-facto a vendérselos a la nación al cambio oficial de 2.150,oo Bs./$ de haberlos declarados.
Todavía recuerdo, cuando un periodista (creo que era el difunto César Messori) se fue a Italia para investigar “in situ” un chanchullo que se estaba cocinando en torno a la adquisición de unas fragatas misilisticas y unos misiles de marca OTO MELARA. Época en que no había sino teletipos, Messori reportaba diariamente sobre sus investigaciones en un país que no era el suyo, con un idioma que en verdad no sé que tanto dominaba. Eran otros tiempos. Y quizás recordando ese tipo de investigación reporteril del pasado, es que Pablo Antillano hace unos años hizo un pequeño ejercicio de autocrítica al respecto, al escribir en su columna de la revista TODO EN DOMINGO de EL NACIONAL:
“Hoy nuestro periodismo preocupa a la mayoría de los periodistas del mundo. En lo que se refiere al periodismo de investigación, el diagnóstico apunta a señalar que se confunde la mera denuncia con la investigación, que se publican documentos y versiones de terceros interesados y se prescinde de la comprobación”.
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Etiquetas: argentina, claudio uberti, enarsa, guido antonini, ilicito cambiario, julio de vido, pdvsa, periodismo de investigacion, prensa argentina, prensa venezolana, venezuela, venoco
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