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Monsieur l'abbé, detesto lo que escribe, pero daría mi vida para hacer posible que Ud. continúe escribiendo. (Carta de Voltaire a M. le Riche. Febrero 6 de 1.770)


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Ciudad Guayana, domingo, 9 de marzo de 2008

¿EL ENEMIGO NECESARIO?

La guerre est trop importante pour la confier à des militaires.

(GEORGES CLEMENCEAU)


Recuerdo cuando la junta militar argentina presidida por Galtieri andaba de capa caída. Se hacía necesario levantar la popularidad del régimen y los militares (militares al fin y al cabo) pensaron que nada mejor que explotar el nacionalismo para levantar la imagen de la dictadura. Nacionalismo, palabra que, impresa en un documento de identificación de una persona, puede provocar en la misma (a través de la oportuna manipulación de un lenguaje politiquero y exacerbador de los valores primarios del ser humano) la más abyecta de las conductas.

Es así como, sorpresivamente, de la noche a la mañana, enviaron un comando a las Malvinas para recuperar las islas en poder de los ingleses desde el año de 1833. El resultado no se hizo esperar, el pueblo abarrotó las calles de Buenos Aires frente a la Casa Rosada. La gente olvidó por un momento el perfil genocida de la junta y todo el mundo extrañamente festejaba con un desenfrenado fervor nacionalista, el triste hecho de que sus hijos fuesen a morir en la guerra (recordemos que ser argentino es, antes que nada, una profesión que buena parte de su población ejerce con verdadero denuedo) y a la vista de la estúpida emoción de los civiles, la junta militar soñaba con seguir matando comunistas durante los próximos 100 años. Todo en esos días era Argentina y la Patria. Países como Perú y Venezuela se contagiaron del oportuno nacionalismo manipulado y exacerbado por la junta militar argentina y, aquí en Venezuela, hasta un oficial apellidado (si mal no recuerdo) Marsicobetre fue y se puso a las órdenes de los oficiales argentinos, ya que aparentemente él había sido cadete (o algo así) en Argentina, en algún momento de su bisoña vida militar, razón por la cual se sentía en ese momento en deuda moral con sus antiguos preceptores. Y si bien el resultado de la guerra pasó a formar parte de una de las ya olvidadas páginas de la historia del mundo, los miembros de la junta militar no han sido olvidados. No. Sus víctimas han clamado justicia y han visto, en más de una oportunidad, como muchos de los miembros de la dictadura militar han sido enjuiciados por violación de los derechos humanos.

El caso es, que parece que la historia tiene la necia costumbre de repetirse. El domingo 02 de marzo el presidente Chávez aprovechó un espacio televisivo, de corte “folclórico” y de sintonía (si se quiere) familiar, para decirnos de buenas a primeras que ha ordenado el desplazamiento de tropas venezolanas hacía la frontera con Colombia. No fue necesaria la marcialidad y formalidad legal que, en cualquier otro país, tal pronunciamiento de perfil bélico hubiese requerido. Bastó simplemente su confrontadora personalidad y el “ranking” del maratónico de los domingos, para que tanto civiles, así como militares y resto del mundo, supiésemos de sopetón que a partir de ese momento Venezuela se encontraba en pie de guerra con la República de Colombia. La razón de tal posición resulta, para buena parte de la población venezolana, de un grado de incomprensión brutal.

El ejército colombiano viola la soberanía de Ecuador, al penetrar en su frontera cerca de 2 kilómetros para atacar el puesto guerrillero en donde se encontraba el jefe de las FARC Raúl Reyes y, el presidente Chávez reacciona ante tal intromisión, cerrando la embajada en Bogotá y ordenando el desplazamiento de 10 batallones de tanques (jejeje) hacia la frontera con Colombia. Pero el punto es, que la violación de la soberanía es contra la República de Ecuador y el sentido común le dice a uno que, de no haber ningún tipo de agresión en contra de Venezuela (ni siquiera verbal) a quien le corresponde actuar y dirimir ante las instancias que corresponda la falta de Colombia, es al gobierno de Ecuador. El hecho es, que fuera del discurso guerrerista del presidente Chávez, tal proceder no ha calado en la población venezolana. La vida civil sigue en su rutina diaria (sin ninguna marcha, manifestación, gesto o acción llamando al patriotismo que “el momento demanda”) y los comentarios que se hacen en torno al citado programa dominical, para nada fortalecen ni mucho menos aprueban la medida tomada por el presidente Chávez.

En cuanto a la violación que Colombia hizo de la soberanía de Ecuador al incursionar en el territorio de dicho país para asaltar un campamento de las FARC, el presidente Correa informaba que:

“El Derecho Internacional exigía que nos informasen y que fuera la Fuerza Pública ecuatoriana la que realice la captura, como ya ha ocurrido en múltiples ocasiones, siempre con respeto absoluto a los derechos humanos”.

De tal declaración se puede intuir que Ecuador le dice a Colombia que si el gobierno ecuatoriano hubiese sido informado de la presencia de grupos rebeldes que aprovechaban la soberanía del terreno ecuatoriano para refugiarse en el mismo, y desde allí atacar e instigar a un gobierno elegido democráticamente (en este caso el de Colombia) Ecuador hubiese tomado las acciones correctivas que ameritaba tal irregularidad. La realidad es, que el gobierno ecuatoriano había sido informado en más de una ocasión (y desde hacía tiempo) sobre la presencia de la guerrilla colombiana en territorio ecuatoriano, sin que las fuerzas del país vecino hubiesen procedido al respecto.

En esta página de noticias (lunes 06 de noviembre de 2006) del MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR, pueden leerse cosas como las siguientes:

”Es intolerable que un general del Ejército de Colombia, Germán Galvis, asegure que guerrilleros de las FARC están refugiados en territorios del Ecuador. Su afirmación pretende consolidar una anterior, del presidente del vecino país, Álvaro Uribe, según la cual, un sanguinario jefe de las FARC, Raúl Reyes, permanece en territorio ecuatoriano desde hace ocho meses al menos. Los dos pronunciamientos han sido rechazados por el Gobierno ecuatoriano por medio de la Cancillería y del Ministerio de Defensa Nacional”.

En otra noticia de ese mismo portal, puede leerse también:

”En medio de un absoluto hermetismo, militares de la base de Salinas celebraron ayer la reunión privada entre representantes de la Comisión Binacional de Frontera (CONBIFRON), de Ecuador y Colombia, quienes hasta el 8 de noviembre analizarán los hechos que se producen en la frontera norte. Esto se da a raíz de las declaraciones del presidente colombiano, Álvaro Uribe, quien indicó que el líder guerrillero de las FARC, Raúl Reyes, supuestamente se esconde en la selva ecuatoriana.“.

Como se podrá ver, la propia página WEB del Ministerio de Defensa del Ecuador recogía en el año 2006 los reclamos del gobierno colombiano en torno a la presencia específica, dentro del territorio ecuatoriano, del guerrillero Raúl Reyes. De la lectura de tales noticias puede intuirse la poca disposición que mostraba el gobierno ecuatoriano para atender el reclamo de la, también hermana, República de Colombia. De ahí que sea comprensible en parte (mas no aceptable) la acción individual y unilateral del ejército colombiano, una vez que se precisó con exactitud la ubicación del campamento en donde se encontraba viviendo el guerrillero Raúl Reyes.

La cumbre de Río ha terminado, y todos los actores de este “latin american western spaguetti” (Correa, Uribe, Ortega y Chávez) han terminado abrazándose al mejor estilo de las telenovelas tropicales. Sin embargo, el improvisado western ha servido para que justamente nosotros, los latinoamericanos, conozcamos el talante democrático de los líderes políticos involucrados en este breve show y que, gústenos o no, nos representan ante el mundo. El talante democrático de estos líderes está por cierto, muy lejos del verdadero sentimiento que tenemos los civiles como miembros de pueblos con un mismo idioma, mismo tipo de mestizaje y, por si eso fuese poco, con un mismo Libertador que buscó denodadamente en su momento la unificación de estos pueblos.

Hagamos que el amor ligue con un lazo universal a los hijos del hemisferio de Colón y que el odio, la venganza y la guerra se alejen de nuestro seno.

(Simón Bolívar. Discurso ante el gobierno de la Nueva Granada, al instalarse éste en Bogotá el 23 de enero de 1815)

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