POR UNA MALETA, DE UN "PROCESO" CHIMBO.
En la incipiente democracia venezolana surgida después de 1958, los emergentes partidos políticos buscaron sentar las bases que consolidaran la permanencia en el tiempo de este tipo de gobierno. Era necesario, por consiguiente, garantizar que cualquier candidato de un partido político pudiese salir electo en unos comicios presidenciales. Para ello, determinaron un período presidencial relativamente corto (5 años) y la imposibilidad de reelección inmediata de quien estuviese gobernando, pues resultaba evidente que éste último (al contar con las riendas del poder) iba a tener una sobrada ventaja sobre los candidatos de los partidos opositores en el proceso eleccionario. Además, había que tener presente, como bien lo dijo El Libertador en su Discurso de Angostura que: "La continuación de la autoridad en un mismo individuo, frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos". Y quizás, teniendo nuevamente presente el pensamiento de Bolívar en su ya citado discurso, se estableció que, además de estar prohibida la reelección inmediata, ningún venezolano podía acceder a la silla presidencial más de 2 veces en su vida. Y es que, agregaba el Padre de la Patria: "...nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo, en un mismo ciudadano, el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía."
Pero, tal y como nos lo ha demostrado la historia, el poder envilece. Es por eso, que todos los presidentes que ha tenido Venezuela, siempre han buscado permanecer en el poder, así sea a través del predilecto delfín. Es esa la razón por la que Acción Democrática pierde las elecciones de 1968. Rómulo Betancourt aparece ante la historia como el responsable del fracaso electoral de AD en ese momento, pues impuso o influyó (como prefiera el lector calificarlo) desde su retiro en Berna (Suiza) para que el candidato del partido fuese Gonzalo Barrios en lugar de Luís Beltrán Prieto Figueroa. Le tocó más tarde el turno a Caldera (de tener que entregar el mando) y supuestamente quiso hacer lo mismo, al influir en la Convención copeyana que en 1972 se realizó en el teatro Radio City (ubicado en la Avenida Lincoln de Sabana Grande) para elegir al candidato presidencial de la tolda verde. Contra todo pronóstico, salió electo el Dr. Lorenzo Fernández (dueño para entonces de Helados EFE; de ahí la "efe" en el nombre comercial del producto) en lugar de Luís Herrera Campins. Se dice, pues nunca nadie llegó a demostrarlo (ni siquiera la prensa) que había un hombre que en forma abierta y descarada estuvo durante la convención comprando conciencias. Perdón, quise decir votos. Dice la conseja popular, que el sujeto en cuestión cargaba un maletín de donde sacaba en forma inmediata una cantidad X de bolívares, lo suficientemente disuasiva para volcar la intención original de voto, del miembro de la convención llamado al “entendimiento”. Dado que para aquel entonces estaba de moda la serie de televisión mencionada en un principio, el supuesto fraude electoral que se llevó acabo en tan aciaga noche, saltó a la primera página de los periódicos del momento como EL CASO DEL HOMBRE DEL MALETÍN.
La similitud del hecho, con el actual caso de EL HOMBRE DEL MALETÍN, llega hasta ahí, pues el contenido del mismo en aquella oportunidad era de bolívares (una moneda tan fuerte en aquel momento, que hasta Caldera estuvo tentado a revaluarla durante su mandato; pues Rómulo la había devaluado en el de él) y no de dólares. El gusto por los dólares y la moda de "adquerir" vivienda por aquellos lares del Albañal del Caribe, vino con el primer gobierno de CAP, se consolidó en el de Luís Herrera, y el mismo permanece (casi casi que formando parte de nuestra idiosincrasia) hasta el sol de hoy; no importa lo "rojo rojito" que amanezca el día, todos cantan la famosa gaita de Gauco: ¡Que triste un domingo sin Miami Beach!. Después de este maletinazo contra las aspiraciones presidenciales de Luís Herrera, otro maletín volvió a aparecer en su vida cuando a su ministro de Transporte y Comunicaciones (Vinicio Carrera) se le incautó un maletín lleno de dólares en el aeropuerto de Miami. La verdad que no recuerdo el monto, pero si que arribó al mismo en vuelo privado; de lo que se infiere que este gobierno no ha inventado nada en tal modalidad. Su abogado defensor, Naranjo Ostty, informaba a la periodista del canal 2, que era precisamente la solvencia e integridad de las leyes estadounidenses, de las que él haría uso para demostrar la inocencia de su defendido. Como todo en este país, el caso cayó en el olvido.
Pero esta revolución no podía quedarse atrás en cosas mayameras y de dólares. Y es así, como un diciembre del año 2004, el viceministro de Finanzas para aquel entonces, Jesús Bermúdez, saltó a la primera página de la “prensa mediática” cuando las autoridades estadounidenses lo detuvieron por no declarar que llevaba encima unos 37.000,oo dólares, a su llegada, en un vuelo privado (no era de PDVSA, mal pensados, sino de la CVG) al aeropuerto de Miami. Con mucho candor, explicaría nuestro viceministro, que el excedente en dólares era para comprar presentes navideños. ¡Pobre!, no le creyeron. Y yo pienso que era verdad. Lo que no pudo explicar nuestro “vice”, es como con su sueldo de viceministro podía cargar esa suma de dinero encima y de paso poder afrontar el pago tanto de la multa como de los honorarios profesionales de su abogado defensor. De paso, hay que decir que al pobre lo dejaron solo, pues nadie del gobierno salió a decir en ese entonces, que se trataba de una burda maniobra de la CIA.
Ahora nos encontramos con otro hombre del maletín, cuyo deambular por los aeropuertos porteños (cuando los gallos ni pensaban cantar el amanecer) hubiese pasado desapercibido, si no hubiese sido por los “chicos malos” de la prensa sureña. Y es que estos fablistanes no dejaron nada al azar. Todos los días descubrían algo nuevo. Si aquí el gobierno iba y decía que el hombre no era funcionario del gobierno, la prensa argentina aclaraba que venía en un avión privado con funcionarios de empresas estatales de Argentina y Venezuela.
Si aquí el gobierno iba y decía que el personaje era un auténtico extraño al que se le había dado una colita, la prensa argentina mostraba que “el extraño” no era la primera vez que viajaba al sur y en muchas ocasiones lo había hecho en compañía de uno de los pasajeros de ese vuelo que, de paso, era hijo del vicepresidente de PDVSA de aquellos lares.
Si aquí el gobierno iba y decía que la maleta con el dinero, segurito que la habían embarcado en Bolivia, la prensa argentina iba y mostraba que el avión se reportó a su paso sobre Bolivia, pero que jamás hizo escala en ningún país entre Venezuela y la Argentina.
Si aquí en Venezuela nadie sabe ni porqué aeropuerto salió el jet privado, en Argentina el comentarista de una noticia en Internet (que firma como SEAN COSMO) se da cuenta que el aeropuerto en que aterrizó el avioncito, no es un aeropuerto internacional. Léase, hay razones suficientes para pensar que hasta los funcionarios del gobierno argentino deben estar involucrados en el "affair".
Si aquí en Venezuela el gobierno insiste en que el hombrecito es un perfecto desconocido, la prensa argentina nos muestra quienes son sus socios y amigos y los gustos caros que se prodigan.
Si aquí en Venezuela TALCUAL nos dice que es de una familia clase media de La Victoria (Edo. Aragua) los argentinos nos dicen que aquí en Venezuela tenía una franquicia de SERTECA y los españoles nos dicen que en los EEUU había empezado vendiendo repuestos para tractores. Hoy en día, aparece como todo un rey Midás de los negocios, que se puede dar el lujo de no pagar una multa y dejar así de reclamar el 50% del dinero incautado por las autoridades aduanales.
Si aquí en Venezuela un juez se inhibe cuando ve que la cosa se está poniendo pelua’, en Argentina se le dice a ese tipo de jueces ocurrentes, que la cosa no es así como así.
Si aquí en Venezuela se asegura que ningún miembro del gobierno tiene que ver con el caso, en Argentina no sólo destituyeron a uno de ellos, sino que nos muestran un poco del pasado político del jefe que lo destituyó por “razones morales”. Y por cosas de la vida, hasta el jefe de asesoría de la agencia que controla el lavado de dinero en Argentina, le dio por renunciar en esos días.
Total, que el asedio de la prensa extranjera ha sido tal, que los representantes del gobierno venezolano han tenido que apelar a su propia versión del pote de humo al adelantar (sin que ni siquiera el CNE estuviese preparado) el proyecto de la Reforma Constitucional. El punto sobre el que el gobierno está poniendo más énfasis (y supongo que será poco menos que punto de honor) es el de la disminución de la jornada laboral de 8 horas diarias a 6 horas. Es decir, en vez de 40 horas de trabajo semanales, se trabajará solamente 30 horas. Lo interesante de esta propuesta, es que no tiene nada de nueva, pues está consagrada en el texto del artículo 90 de la actual constitución que, por cierto, data del año 1999:
La jornada de trabajo diurna no excederá de ocho horas diarias ni de cuarenta y cuatro horas semanales. En los casos en que la ley lo permita, la jornada de trabajo nocturna no excederá de siete horas diarias ni de treinta y cinco semanales. Ningún patrono o patrona podrá obligar a los trabajadores o trabajadoras a laborar horas extraordinarias. Se propenderá a la progresiva disminución de la jornada de trabajo dentro del interés social y del ámbito que se determine (subrayado mío) y se dispondrá lo conveniente para la mejor utilización del tiempo libre en beneficio del desarrollo físico, espiritual y cultural de los trabajadores y trabajadoras.
Los trabajadores y trabajadoras tienen derecho al descanso semanal y vacaciones remunerados en las mismas condiciones que las jornadas efectivamente laboradas.
La ley está ahí, sólo que sobre la misma nunca se había hablado hasta el momento. No tiene sentido entonces, llevar a referendum algo que ya existe. Si el Presidente asi lo quisiera (al estar investido con la Ley Habilitante) pudiera decretar en forma inmediata la disminución de las horas de trabajo. Eso, claro está, si tanto le preocupa en verdad la agotadora jornada a la que nos vemos sometidos los trabajadores de este país. El problema reside, en que existiendo las herramientas y los mecanismos para impulsar dicha ley, falta en realidad el interés y la voluntad para que se ordene el ejecútese.
Ahora bien, si ustedes creen que EL KBULLA está molesto porque se va a disminuir la jornada de trabajo, están muy equivocados. Gracias al “proceso” contaré con más tiempo libre para (aparte de no pelarme una cadena) poder pasar más horas en las colas de los supermercados y MERCAL para tratar de adquirir leche, huevos, azúcar, carne, pollo, refrescos, jugos concentrados, harina de maíz, aceite, sardinas, papel toilette, y no sigo porque me dan ganas de llorar, de sólo pensar que en estos días ni sal había en los anaqueles de los supermercados.
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